Padres followers

¿Actuamos correctamente cuándo curioseamos el teléfono de nuestros hijos adolescentes sin que ellos lo sepan?

El móvil se ha vuelto tan indispensable en nuestras vidas que podríamos decir que se ha convertido en un artículo de primera necesidad. Y en los adolescentes más, puesto que no tener uno, puede llegar a ser discriminatorio, objeto de burla y de aislamiento social.

Desde un enfoque positivo, la pantalla del móvil es una ventana a un océano de información y conocimiento. Sin embargo, como en todo océano que se preste, existen peligros, riesgos y amenazas como el tiburón de la pornografía, los piratas de las apuestas o la tormenta perfecta de la violencia, entre otros. Somos muchos padres los que vivimos ajenos a todos estos peligros y por desgracias nos damos cuenta cuando el barco ya se ha hundido.

Como padres y porque el coste y la responsabilidad del uso de la línea móvil la afrontamos nosotros, podemos y debemos curiosear el móvil de nuestros hijos si el fin es el de protegerles, aunque no estén de acuerdo. Ahora bien, esta determinación, como primera solución al desconocimiento de su mundo virtual interior, puede ser demasiado drástica, incluso violenta, por lo que debemos anticiparnos y prevenir ese desapego causado por el uso de las pantallas.

La intimidad es de quién la posee, allí guardamos nuestros sueños, ilusiones, miedos, frustraciones, amores y rechazos… es una puerta que abrimos siempre desde dentro y nunca desde fuera.

Dicho esto, te proponemos 3 ideas para empezar o favorecer la relación con vuestros hijos de una forma más cercana, auténtica y personal sin necesidad de usar las redes sociales:

1. No hay una edad establecida que marque el uso del móvil, todo dependerá de la madurez de tu hijo y su compromiso ante las directrices pactadas previamente sobre el uso y tiempo de empleo del mismo.

2. Que las reglas o pautas pactadas en cuanto al tiempo del uso del móvil, no solo sea de cumplimiento para nuestros hijos, también han de ser para nosotros. Nada educa más que el ejemplo.

3. No desistir en intentar crear, una y otra vez, esos momentos positivos que favorezcan la apertura del otro en cuanto a sus inquietudes y preocupaciones. Es importante hacerlo con inteligencia emocional, siendo vulnerables, compartiendo nuestros miedos e incertidumbres a nuestros hijos, siempre desde cómo nos hace sentir la situación en cuestión.

Daniel Danta Carmona

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