Mitos sobre la fecundación

Tras mantener relaciones sexuales, el semen se deposita en la vagina y a los espermatozoides aún les queda un largo camino por recorrer hasta encontrar al óvulo y poder fecundarlo. Las posibilidades de fecundación dependerán del día del ciclo, de la calidad seminal, de las condiciones cervico-vaginales, del buen funcionamiento ovárico y de la integridad de las trompas de Falopio.

En este sentido, la parte femenina tiene un papel activo en la selección de qué espermatozoide llega a fecundar. Tanto el tracto reproductor femenino (vagina, cérvix, útero, orificio útero-tubárico y trompa) como el mismo óvulo están diseñados y actúan como proceso de selección de que solo los espermatozoides más eficientes lleguen a fecundar.

Aunque decenas de millones de espermatozoides se depositan en la vagina durante el coito, no más de mil llegarán hasta las trompas y, de ellos, pocas decenas podrán llegar cerca del óvulo y tener la oportunidad de fecundar.

Un estudio del Instituto de Tecnología de Massachusets (MIT) señala que los espermatozoides colaboran entre sí y navegan en conjunto, realizando un movimiento espiral hasta dar con el óvulo. De esta manera, se protegen y se echan un cable los unos a otros, «exploran» más a fondo el aparato reproductor femenino y tienen más posibilidades de dar con el ovocito.

Los espermatozoides se mueven a lo largo de las paredes del cuello uterino, el útero y el oviducto. Deben lidiar con dos propiedades de los fluidos por los que viajan: su viscosidad (o grosor) y la variación de velocidad que estos presentan. Que un espermatozoide pueda o no llegar hasta la trompa de Falopio está también controlado por el medio vaginal y el pH y estructura del moco vaginal y cervical.

Por tanto, es igual de importante la movilidad de los espermatozoides para navegar contracorriente, llegar al oviducto donde está el óvulo y fecundarlo; como que el aparato reproductor femenino facilite su llegada. Aunque el óvulo no tiene capacidad de movimiento propio, las trompas de Falopio poseen unos cilios (una especie de pelitos) que ayudan a éste a desplazarse en sentido descendente, desde el ovario hacia el útero. Es en ellas, en las trompas, donde debe producirse la fecundación.

Además, el óvulo desprende sustancias que atraen al espermatozoide por un mecanismo de atracción química llamado quimiotaxis. Una de las sustancias que desprende y que sirve como pista para los espermatozoides es la hormona progesterona, pero hay otras. Siguiendo estas señales químicas, los espermatozoides localizan y llegan al óvulo.

Los espermatozoides que logran atravesar el cérvix y llegar al cuerpo del útero tendrán algo de ayuda en su próxima etapa. Las paredes de éste se contraen en movimientos similares a los de las olas (peristálticos) y ayudan a que los espermatozoides lleguen hasta las trompas en pocos minutos. La fuerza y movimiento de los espermatozoides por sí solos no son suficientes para que estos entren en las trompas, por lo que se necesitan sustancias específicas presentes en la superficie de los óvulos para pasar.

En muchas especies, las hembras somos capaces de almacenar esperma hasta la ovulación. Este almacenamiento puede ser de horas, días (hasta 5 días en humanos), meses o años en algunas especias de reptiles.

Fuente: Maldita Ciencia

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