Matrimonio. ¿Cactus o rosal?
La misma mañana de mi boda, mi madre me dijo que el matrimonio era como una maceta, todos los días había que regarla un poco para que no se secase. Este pensamiento he intentado tenerlo siempre presente a lo largo de mi vida matrimonial, de nosotros depende que nuestro matrimonio sea como un cactus o un rosal. El cactus necesita poco riego y, por ello, es una planta dura, áspera, de fácil cuidado y mínimo mantenimiento, pero tampoco da frutos o flores maravillosas. Es una planta triste y aburrida, además de arisca y hostil, pues está cubierta de espinas que no permiten el acercamiento. Muchas personas apuestan por estas plantas, ya que son fáciles de cultivar y mantener. Es un quiero y no puedo, pues desean tener flores y plantas que le alegren la vida, pero sin que requiera ningún esfuerzo. Lo mismo ocurre en muchos matrimonios, esa ilusión inicial se va marchitando por falta de riego y cuidado.
Debemos aspirar a ser un rosal y olvidarnos del cactus, es cierto que ambas tienen espinas, pero las del rosal son para protegerse. Por otro lado, lo más bello del rosal son las rosas que, si están bien cuidadas, florecen durante todo el año, dando color y vida. Además del riego diario, que serían esos pequeños detalles que nos alegran la vida, también hay que abonar y podar. Debemos darnos al 100% a la otra parte, podando malos hábitos, malentendidos u otros comportamientos que puedan dañar nuestro proyecto común.
Hay algunas claves para lograr tener un gran rosal:
1º Regar a diario. El amor está en las pequeñas cosas, en muestras de cariño, en costumbres que vamos adquiriendo a lo largo de nuestra convivencia. Este mantenimiento es fundamental para que el amor no se marchite.
2º Abonar. Estar y mantener el enamoramiento, fomentarlo, creer que de verdad es para toda la vida, ver todo lo bueno del otro, y evitar ver lo negativo. El amor de verdad es un amor que se entrega, es exigente.
3º Cuidar las raíces. Si todo sigue su curso pronto nuestro rosal florecerá, dará frutos que en su caso serán preciosas y delicadas rosas. En este momento es fundamental no descentrarnos y olvidarnos de que los frutos son un resultado, pero lo importante es la otra mitad. Es el momento de buscar momentos de soledad, salir juntos, hacer mini escapadas…..Tiempo de exclusividad. Si no fomentamos esos momentos, es probable que, al final, pueda la rutina al amor.
4º Podar todo aquello que impide el crecimiento del matrimonio y su avance. Para ello es fundamental aceptarse cada uno como es, respetar al otro con sus costumbres, poniendo los límites y, poco a poco, ir desarrollando un estilo matrimonial y familiar propio. Esto se consigue renunciando y cediendo.
5º Sentirse orgulloso de nuestro rosal. Ser feliz, y tener un proyecto común de felicidad, tener siempre una actitud de agradecimiento.
Con todas estas claves creamos un vínculo fuerte para afrontar los momentos con espinas. ¿Qué quieres que sea tu matrimonio, cactus o rosal?
Loles López- Bellido