“Gestiona y haz más llevadero el confinamiento en tu casa”

Hablar sobre cómo hacer más llevadero incluso más fácil, el convivir todos estos días de confinamiento con nuestros seres queridos, reduciendo al máximo las discusiones y el malestar que puedan surgir de los posibles roces a lo largo del día, nos puede ayudar a todos.

“Cualquiera puede enfadarse, eso es algo muy sencillo. Pero enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto, eso ciertamente, no resulta sencillo”.

Aristóteles. Ética a Nicómaco.

Tras estas palabras de Aristóteles y en estos momentos de intensa convivencia, hemos de pararnos y pensar en el momento o en el instante justo antes de enfadarnos y para analizar las distintas cuestiones que nos hacen llegar a estas situaciones de mal estar general. Las cuales, la inmensa mayoría de las veces o casi siempre, resultan incómodas, no solo para nosotros cuando nos enfadamos, sino también para las personas con las que lo hacemos, que además, suele coincidir normalmente, con aquellas que más queremos o que más nos quieren.

En primer lugar, tenemos que preguntarnos por qué nos enfadamos, tiempo tenemos para y ello y más ahora. Nos daremos cuenta de que suele ser por una necesidad no cubierta o lo que es lo mismo, una expectativa incumplida.

Cuando esto ocurre, emerge en nosotros: miedo, por la incertidumbre que nos crea una situación no esperada; ira, al no entender por qué nos tiene que ocurrir; y, por último, tristeza o frustración, causada por el hecho de no haber conseguido aquello que deseábamos. Todo ello, respecto a nosotros mismos o hacia los demás.

La forma de gestionar estas emociones es sencilla de explicar, pero requiere un gran esfuerzo por nuestra parte. Hacer lo que nos cuesta o no nos apetece, marca la diferencia, entre el que quiere y el que se resigna. Motivos para quejarse por llevar tantos días en casa hay de todos los colores. Empecemos a ver esto como una oportunidad para redescubrir nuestra bondad interior, saber disculpar y perdonar, afianzando nuestra capacidad de dar cariño y de comprender a los demás. Hemos de desprendernos de nuestra comodidad para así encontrar la de aquellos que nos rodean.

No esperemos de los demás lo que no hagamos nosotros primero. Hay que empezar por quitarse el pijama y no cambiarlo por el chándal salvo que se haga deporte, uno se puede poner cómodo y estar medianamente decente. El aseo es importante sino nos podemos convertir en orcos. Sonreíd en casa y sino veros algún vídeo de Gila, Paco Gandía o el Chiquito, entre otros. Anticipémonos en las labores del hogar sin que nos digan nada. Escribamos mensajes no solo a los que están fuera de nuestra casa sino también a los que viven con nosotros, o mejor, digámoselo cuando nos crucemos con ellos por el pasillo o coincidamos en la misma habitación. Tengamos un horario, una rutina, en familia y busquemos tiempo para hacer muchas cosas juntos como darnos los buenos días, cocinar, poner la mesa y comer juntos, jugar a algún juego, escuchar música, ver series, películas, rezar, leer…

Los que tengamos la suerte de teletrabajar frente a los que no lo hagan o se han quedado sin poder hacerlo, no nos refugiemos en él, evadiéndonos y quitándonos del medio utilizándolo como excusa para intentar aferrarnos de algún modo, a la realidad previa al confinamiento. Se nos presenta una nueva realidad para valorar aquello a lo que estábamos acostumbrados a tener.

Además, para los que tenemos hijos, se da una gran oportunidad para aprender a conciliar el trabajo con la vida en familia, todo un reto. Aunque puede llegar a ser demencial, con paciencia y priorizando lo importante frente al deber, todo termina saliendo. Porque sino estamos bien en lo personal, difícilmente, podamos cumplir bien con nuestro trabajo.

Haciéndole un guiño a Aristóteles… “cualquiera puede querer, eso es algo muy sencillo. Pero querer a la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto, día a día, eso ciertamente, no resulta sencillo”.

Daniel Danta Carmona.