Educación sexual: «Póntelo, pónselo»

Me contaba hace unos meses un amigo mío, profesor de secundaria de un colegio concertado, una cosa que me hizo pensar. En las pasadas navidades, el regalo estrella entre los chicos de 13 años fue: una caja de condones. No, no… no fue un regalo del colegio (aunque ya sabemos que hoy día no hace falta que sea navidad para que regalen preservativos en muchos colegios), fueron sus padres.

Como médico, y sobre todo como padre, pienso que la educación sexual es algo más que regalar una caja de gomas de colores. No estaremos haciéndolo muy bien cuando las enfermedades venéreas están en claro aumento. Esto ocurre a pesar de las campañas de “prevención” de ETS (enfermedades de transmisión sexual), de la educación sexual que se da en los colegios y de la publicidad que nos bombardea constantemente, donde el condón es la herramienta para tener “sexo seguro”. El Ministerio de Sanidad y Consumo alertaba hace unos meses del “alarmante” crecimiento de las ETS en nuestro país, exactamente un 26,3% de incremento anual desde 2013. A su vez, este dato se nota en las consultas de mis colegas dermatólogos y especialistas en infecciosos, que cada vez ven más casos y en pacientes más jóvenes.

Hace ya 30 años desde aquella polémica campaña del “Póntelo, Pónselo”, a la que seguirían otras muchas. Pero con los datos objetivos en la mano, se ve que la cosa no ha ido muy bien.

¿Realmente el condón evita las ETS o ITS (infecciones de transmisión sexual)?

En la actualidad, se tiende a hablar de infecciones de transmisión sexual (ITS), en vez de “enfermedades” de transmisión sexual, porque con frecuencia las personas que se infectan a partir de las relaciones sexuales pueden estar un tiempo sin tener ninguna manifestación de la enfermedad. Esto es importante porque estas personas serán contagiosas sin saberlo.

Un documento de consenso publicado en la prestigiosa revista The Lancet en 2004, considera equivocada la estrategia política basada únicamente en la promoción del uso del preservativo entre los adolescentes para prevenir las ITS. Por el contrario, ese mismo consenso defiende la estrategia de prevención ABC –Abstinencia, Basarse en la fidelidad, y uso del Condón. La abstinencia y la monogamia (fidelidad mutua) son mejor para evitar el riesgo, mientras que los condones pueden reducir, aunque nunca eliminar del todo, el riesgo en aquellas personas que eligen no evitar riesgos con ‘A’ y ‘B’. En mi opinión, hay que darles toda la información a los adolescentes, y no venderles una falsa “seguridad”. Se va a lo fácil, a darles la ´C´, pero nunca se explican la ´A´ y la ´B´.

El inicio cada vez más precoz de las relaciones sexuales, el tener varias parejas sexuales a lo largo del tiempo, las relaciones sexuales con varias personas a la vez o algunas prácticas como el coito anal aumentan de manera notable el riesgo de ITS.

El uso del preservativo puede reducir el riesgo de algunas ITS, pero es ineficaz en otras como las provocadas por Clamidias, o el Virus del Papiloma Humano (VPH), y en ningún caso las evita al 100%. Según los datos actuales, el riesgo de transmisión de SIDA en 5 contactos sexuales con preservativo equivaldría al riesgo de 1 contacto sexual sin preservativo.

Todo esto debe hacernos pensar en qué tipo de educación sexual queremos para nuestros hijos. Tienen todo el derecho de saber toda la verdad, para que puedan decidir en libertad. Regalarles una caja de preservativos no es la solución, ¿no sería como darles un revolver con una bala para que jueguen a la ruleta rusa?

Oscar Cáceres Calle

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